Canadá sigue el paso de sus hermanos mayores y arremete contra China para intentar cambiar las reglas de juego comerciales con Beijing.
Detrás de la decisión de Ottawa está el argumento que también defienden Washington y Bruselas: “China está llenando el mercado global con exceso de productos extremadamente baratos que imposibilita que haya una competencia justa”.
«Creo que todos sabemos que China no está jugando con las mismas reglas. Lo importante de esto es que lo estamos haciendo en alineación y en paralelo con otras economías de todo el mundo», sostuvo el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.
El anuncio se produce después de que el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, alentara el tema durante una reunión con el premier canadiense, Justin Trudeau, y ministros del gabinete el domingo 25 de agosto.
«Lo estamos haciendo en alineación, en paralelo, con otras economías de todo el mundo que reconocen que este es un desafío al que todos nos enfrentamos. A menos que todos queramos estar en una carrera hacia el abismo, tenemos que ponernos de pie”, añadió Trudeau.
Las empresas chinas pueden vender vehículos eléctricos por tan solo 12.000 dólares, mientras que un auto similar en Estados Unidos puede costar hasta 26.000 dólares por más barato que se encuentre en el mercado.
Las plantas de células solares y las acerías y fábricas de aluminio de China tienen suficiente capacidad para satisfacer gran parte de la demanda mundial y este ha sido un argumento de Beijing para justificar su venta al mundo con precios bajos, en aras de ayudar a una transición hacia la economía verde.
Del lado occidental señalan al Gobierno chino de excederse con los subsidios que le da a las empresas fabricantes en un intento de estimular su dormida economía, pues con subvenciones en grandes cantidades las empresas llegan a Europa o Estados Unidos a competir en el mercado con precios casi irresistibles.
Con AP y Reuters.
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