El 16 de junio de 2025, el espacio aéreo de Irán, Irak, Jordania e Israel fue cerrado a vuelos civiles debido a una escalada en lanzamientos de misiles y drones entre Israel e Irán. Según agencias regulatorias como EASA (la Agencia de Seguridad Aérea de la UE) y la FAA de EE. UU., la situación presenta «alto riesgo» incluso en países vecinos como Líbano y Jordania, dada la posibilidad de fuego cruzado o identificación errónea.
La medida provocó un caos logístico inmediato: miles de vuelos fueron cancelados o desviados, en muchos casos mediante desvíos por rutas más largas sobre Turquía o Arabia Saudita, saturando esas áreas. Además, el aeropuerto principal de Tel Aviv (Ben Gurion) permaneció cerrado y las aerolíneas como El Al, British Airways, Air France‑KLM y Delta suspendieron sus operaciones hacia Israel durante varios días.
El cierre afectó no solo a vuelos regionales, sino también a conexiones globales, interrumpiendo viajes entre Europa, Asia y Oceanía. Los pasajeros enfrentaron cancelaciones, retrasos, rutas prolongadas y tarifas elevadas por el aumento en los precios del combustible y el uso de rutas más extensas .
Además, muchos ciudadanos extranjeros —incluidos miles de israelíes y australianos— quedaron varados en el exterior. Se organizaron evacuaciones institucionales, algunas mediante vuelos directos de emergencia y otras por rutas terrestres a través de países vecinos, lo cual complicó aún más la movilidad.
Como respuesta, aeropuertos de la región, incluyendo los Emiratos Árabes Unidos, activaron planes de emergencia, desplegando equipos especiales para apoyar a los viajeros evacuados. La situación también puso presión en los precios del petróleo: Irán incluso amenazó con cerrar el estrecho de Ormuz, lo cual podría elevar el crudo por encima de los 120 USD/barril.




