Cancilleres del Perú

Fernando de Trazegnies Granda

Es poco frecuente encontrarnos con personalidades con una vida pública y privada tan prolífera y destacada en tan diversos y relevantes ámbitos, a la cual los peruanos debamos tanto, como la de Fernando de Trazegnies Granda (en adelante, FdT). Su aguda y entrenada inteligencia, la sencillez, simpatía y afabilidad natural de su carácter -rasgos propios de quienes no necesitan hacer notar los talentos y logros profesionales y personales evidentes-, su alto nivel de educación, refinada cultura y sólidos valores éticos y patrióticos son indudablemente elementos que han contribuido a hacer de él una de las figuras más importantes en los campos del Derecho, la docencia e investigación universitaria, y la Diplomacia en el Perú.

Es oportuno recordar algunos de los importantes cargos desempeñados por FdT con efectividad, visión de largo plazo y priorización del interés nacional, lo que, en algunos casos, lo llevó incluso a asumir elevados costos personales, profesionales y económicos: Canciller de la República, Presidente de la Delegación Peruana en las Conversaciones de Paz con el Ecuador, Embajador en Misión Especial ante el Reino Unido, Francia, Bélgica y la Unión Europea para explicar la posición del Perú frente al conflicto armado del Cenepa, representante del Perú ante la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya, miembro consultivo de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, miembro del Tribunal de Honor de la Magistratura, miembro del Tribunal de Ética del Consejo de la Prensa Peruana, miembro de la Comisión Oficial para la Reforma del Código Civil, entre otros.

Reputado profesor e investigador universitario, reconocido abogado, escritor de publicaciones jurídicas e históricas, de ensayos y novelas, así como diplomático por herencia, vocación postergada y probada efectividad, Fernando de Trazegnies Granda nació en Lima el 3 de septiembre de 1935.

Hijo del Diplomático belga, Caballero de la Soberana Orden Militar de Malta y fundador del Instituto Peruano de Genealogía, Ferdinand de Trazegnies y Maeck; y de la dama peruana y marquesa de Torrebermeja María Rosa Granda Vásquez de Velasco. Estuvo casado en primeras nupcias con la señora Ana Teresa Thorne León, de quien enviudó, y se encuentra felizmente casado con la dama limeña Milagros Álvarez Calderón Larco. Es padre de cinco hijos y abuelo de seis nietos. Por línea materna, ha heredado el título de marqués de Torrebermeja y ha rehabilitado el título de Conde De Las Lagunas.

Fdt estudio en el Colegio de La Inmaculada principal centro de estudios jesuita del país, del que egresó en 1952. Estudió Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde obtuvo el bachillerato y se graduó de abogado. Asimismo, hizo estudios de doctorado en la Universidad de París, obteniendo posteriormente su doctorado en la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Como abogado se especializó en Derecho Comercial y Derecho Civil. Trabajó en el tradicional Estudio Olaechea entre 1965 y 1971, donde llegó a ser socio. Fundó y se desempeñó como Socio Sénior en el Estudio de Trazegnies & Trelles (1973-1998) y el Estudio de Trazegnies& Uría (1998-2000), este último con sedes en Lima y Madrid. Asimismo, ha sido consultor externo del Estudio Berninzon, Loret de Mola, Benavides, abogados (2001-2002) y es actualmente titular del Estudio Fernando de Trazegnies Granda, abogados, desde el año 2000.

Ha sido Presidente, Miembro de Tribunal Arbitral y Árbitro Unipersonal en numerosas controversias a nivel nacional, tanto ad hoc como administradas por la Cámara de Comercio de Lima. Ha ejercido igualmente como árbitro internacional del Centro Internacional de Arreglo de Disputas relativas a Inversiones del Banco Mundial (ICSID) y como perito de Derecho en diversos arbitrajes internacionales. Del mismo modo, es miembro del Fórum onOil-Gas-Energy-Mining-Infraestructure Dispute Management (CEPMLP), que dirigía el recordado profesor Thomas Walde, University of Dundee, UK.

En el ámbito comercial, ha sido miembro del Directorio del Banco Continental (1974-1978), miembro del Directorio del Banco Internacional del Perú (1974-1975), miembro del Directorio de la Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE) (1992-1993), presidente del Directorio y principal accionista nacional de T-500 Puratos del Perú S.A. (1979-1998) y miembro del Directorio de Apoyo S.A. (1993-1998).

Su destacada y fecunda vida académica ha comprendido la enseñanza del Derecho como profesor principal en la Facultad de Derecho y la Escuela de Graduados (doctorado en Derecho y maestría en Derecho Civil) de la Pontificia Universidad Católica del Perú(PUCP); como profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas; y como profesor visitante de la Escuela de Derecho Universidad de Harvard. Su cátedra ha incluido cursos tan diversos como Filosofía del Derecho, Introducción al Derecho, Metodología de la Investigación Jurídica, Informática Jurídica, Historia del Derecho Peruano, Romanística, Derecho Civil Moderno, Derecho Civil Latinoamericano, Nuevas Tendencias del Derecho Civil, Historia del Pensamiento Jurídico, entre otros.

Como autoridad académica en el campo universitario ha sido decano de la Facultad de Derecho (el único Decano que ha permanecido en el cargo durante tres períodos) y Presidente del Fondo Editorial de la PUCP.

Adicionalmente, ha sido designado Profesor Honorario de las Universidades de San Agustín y Católica Santa María, en Arequipa; de la Universidad del Norte, en Trujillo; y de la Universidad Particular Inca Garcilaso de la Vega, en Lima. Asimismo, es Doctor Honoris Causa por la Universidad San Pedro.

Ha obtenido numerosos premios y distinciones de parte de gobiernos y entidades privadas y públicas, nacionales y del extranjero, entre las que cabe mencionar el primer premio otorgado por la Fundación Manuel J. Bustamante de la Fuente a la Investigación Jurídica, por el trabajo La idea de Derecho en el Perú Republicano del S. XIX (Arequipa,1980); la mención en el Primer Concurso Nacional de Cuento organizado por la Asociación Peruano-Japonesa, por el cuento La tranquilidad de espíritu (Lima, 1992); el Premio Nacional “COSAPI” a la Innovación (Lima, 1994); la condecoración de la Orden de Leopoldo (Bélgica), en el grado de Comendador; la condecoración de la Orden de Jorge Chávez otorgada por la Fuerza Aérea del Perú en el grado de Oficial; la declaración de Huésped Ilustre de la Ciudad de Arequipa (1994); la Medalla como Personaje Calificado del País otorgada por la Revista Banca (marzo 1995); el premio Christopher Plantin, otorgado por la Fundación Plantin, constituida en Amberes (Bélgica) en homenaje a la persona de origen belga que más haya destacado en un país extranjero (1996); la Medalla de Oro de la Ciudad de Arequipa (30 setiembre 1996); finalista en el Concurso Nacional de Cuentos Premio “Copé”1997, con el cuento La joven griega (marzo de 1997); la Distinción Honorífica Municipal de Vecino Ilustre del Distrito de La Molina (1998); la condecoración con la Orden El Sol del Perú en el Grado de Gran Cruz por el Gobierno del Perú (1998); la condecoración con la Orden al Mérito por Servicios Distinguidos en el Grado de Gran Cruz por el Gobierno del Perú (1998); la declaración de Huésped Ilustre de la Ciudad de Chimbote y Medalla de la Ciudad (1999); la condecoración con la Orden Santiago Apóstol por la Municipalidad de Surco, Lima (1999); la condecoración con la Orden «Al Mérito Melitense” en el Grado de Gran Cruz Clase Especial por la Soberana Orden Militar de Malta (1999); la condecoración con la Orden Al Mérito de Chile en el Grado de Gran Cruz, por el Gobierno de Chile (1999); la condecoración con la Orden “Cruzeiro do Sul” en el Grado de Gran Cruz por el Gobierno del Brasil (1999); la condecoración con la Orden al Mérito de Ecuador en el Grado de Gran Cruz (1999); la declaración de Huésped Ilustre de la ciudad de Quito, Ecuador (1999);la Medalla (nummummemoriale) de la Universidad Carolina de Praga, República Checa (2000);el Diploma de Alto Honor de la Federación Provincial de Comunidades Campesinas (Cerro de Pasco, 2000); la Condecoración con la Orden Mexicana del Águila Azteca en el grado de Banda (2000).

Ha escrito varios libros sobre cuestiones de Derecho e Historia, así como obras literarias. Asimismo, es autor de numerosas publicaciones individuales en las mismas áreas; y trabajos contenidos en otros libros sobre los temas antes citados, además de cuestiones políticas y otros asuntos. Del mismo modo, es autor de múltiples artículos publicados por revistas académicas especializadas y periódicos del Perú y el extranjero. Dada la multiplicidad de títulos que sería muy extenso detallar aquí, cabe mencionar al menos los títulos de los siguientes libros:

En el campo del Derecho:

  • Introducción a la Filosofía del Derecho y a la Teoría General del Derecho (materiales de enseñanza). Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima,1973.
  • La responsabilidad extracontractual. Biblioteca “Para leer el Código Civil’. 2 v. Pontificia Universidad Católica del Perú.Lima,1988.
  • Postmodernidad y Derecho. Editorial Temis. Bogotá, Colombia,1993.
  • Postmodernidad y Derecho. ARA Editores.Lima,1996.
  • La Sociedad Civil y el Poder Judicial. ARA Editores. Lima,1996.
  • La responsabilidad extracontractual. Editorial Temis. Bogotá, Colombia, 1999.
  • Pensando insolentemente. Tres perspectivas académicas sobre el Derecho seguidas de otras insolencias jurídicas. Fondo Editorial de la Pontifica Universidad Católica del Perú. Lima,2001.

En el campo de la Historia:

  • La idea del Derecho en el Perú Republicano del S.XIX. Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima,1980.
  • Ciriaco de Urtecho, litigante por amor. Pontificia Universidad Católica del Perú.Lima,1981.
  • En el País de las Colinas de Arena. Reflexiones sobre la inmigración china en el Perú del S. XIX desde la perspectiva del Derecho. Pontificia Universidad Católica del Perú.Lima,1994.
  • Sá Gu Zhi Meng (Sueños en el País de las Colinas de Arena). Trad. al chino de “En el país de las Colinas de Arena’. Pekín, China,1999.
    • Pravda iz ljubezni. Nekaj misli o tacticni vecplastnosti pravnega rasmisljianja.(Derecho y amor: trad. al esloveno de Ciriaco de Urtecho, litigante por amor).Universidad de Ljubljana. Eslovenia, 2002.
  • En el campo de la Literatura:
  • Imágenes rotas (cuentos). Ediciones del Dragón. Lima,1992.
  • La historia de Gillion de Trazegnies y de Dama Marie, su mujer (novela belga del S.XIV). Trad. del francés antiguo al español. Lima.
  • Atracción apasionada (novela). Editorial Laberintos. Lima, 2004.
  • Notas impasibles (cuentos). Editorial Universitaria. Universidad Ricardo Palma.Lima,2014.

 

Caballero de la Soberana Orden Militar de Malta, como lo fue su padre, FdT ha sido Canciller (1990-1994); Vice Presidente (1994-1995) y luego Presidente de la Asociación Peruana de los Caballeros de la Orden de Malta. Asimismo, se ha desempeñado como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la Soberana Orden Militar de Malta ante el Gobierno del Perú (1995-1998), cargo que dejó precisamente para asumir el de Ministro de Relaciones Exteriores.

En el primer caso, FdT actuó en varios planos. La primera vez, como una de las destacadas personalidades que fueron designadas por el gobierno peruano en 1995 como Embajadores en Misión Especial en países específicamente seleccionados para explicar la posición del país respecto del entonces reciente conflicto armado del Cenepa. En un segundo y fundamental período, como Presidente de la Delegación Peruana en las conversaciones efectuadas con el Ecuador para resolver los denominados “impasses subsistentes” de la relación bilateral. En una tercera faceta y continuando con las referidas conversaciones, en calidad de coordinador de las comisiones peruanas que tuvieron a su cargo las tratativas con el Ecuador para resolver, en la sede de las cuatro capitales de los Países Garantes del Protocolo de Río de Janeiro: a) Las cuestiones demarcatorias pendientes (que para Ecuador eran problemas limítrofes), realizadas en Brasilia, bajo la presidencia en el caso peruano del propio FdT; b) La negociación de un Tratado de Comercio y Navegación en el río Amazonas, realizada en Buenos Aires; c) La negociación de un acuerdo de Integración, celebrada en Washington; y, d) Los mecanismos de fortalecimiento de la confianza, en Santiago de Chile. En un cuarto y definitivo momento, ya como Ministro de Relaciones Exteriores, en que terminó de definir en delicadas negociaciones llevadas a cabo con su homólogo ecuatoriano, el hábil Diplomático Embajador José Ayala Lasso, con directa intervención de los presidentes del Perú y Ecuador y bajo el paraguas de los Países Garantes, la fórmula de solución definitiva que luego suscribiría en Brasilia.

En el segundo caso, como Canciller de la República, en las negociaciones efectuadas por comisiones designadas por ambos Ministerios de Relaciones Exteriores a lo largo de 1999, para la concreción de las obligaciones pendientes de cumplimiento por parte de Chile, que habían sido establecidas por el Tratado de Lima de 1929 y su Protocolo Complementario. Esta negociación también fue resuelta satisfactoriamente, alcanzándose el Acta de Ejecución de 1999 y su Reglamento, y quedando así eliminadas las últimas secuelas de la Guerra del Pacífico.

El proceso de paz con Ecuador

La decisión de incorporar a FdT al equipo de trabajo que tuvo la responsabilidad de encarar el proceso de paz con el Ecuador resultó crucial para el éxito del mismo, como han reconocido diversos actores que participaron de las conversaciones con Ecuador, con los representantes de los países garantes y con diversas instancias involucradas al interior del país.

Un primer aporte de FdT en la temática peruano-ecuatoriana tuvo lugar pocos días después del cese al fuego en el conflicto del Cenepa con el Ecuador. Es así que, en febrero de 1995, FdT fue convocado por el Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Relaciones Exteriores, Efraín Goldenberg, junto con otras personalidades del mundo político, económico, periodístico y académico, con el objeto de proponerles su designación como embajadores especiales del Perú ante diversos países y organismos internacionales, con el objeto de explicar, desde el punto de vista peruano, el origen del citado conflicto con el Ecuador. Días después, FdT fue designado como embajador en Misión Especial del Perú ante los Gobiernos del Reino Unido de la Gran Bretaña, la República Francesa y el Reino de Bélgica, así como ante las autoridades de la Unión Europea.

En la sede de la UE sostuvo una reunión de trabajo con el área responsable de los temas sudamericanos y funcionarios a cargo de la carpeta Perú.

Cabe mencionar igualmente que, hacia fines de abril de 1995, FdT participó en el taller académico de negociación sobre el tema fronterizo entre el Perú y Ecuador, organizado por el Grupo de Manejo de Conflictos del Proyecto de Negociación de la Universidad de Harvard, dirigido por el profesor Roger Fisher. En dicho ejercicio participaron representantes del Perú y Ecuador seleccionados por la propia Universidad de Harvard, que incluyeron por parte peruana al propio FdT, al ex Canciller Luis Marchand, al ex Ministro de Defensa Jorge Dubois, al Presidente de CONFIEP Arturo Woodman, al economista e intelectual Felipe Ortiz de Zevallos, y al marino y profesor universitario José Gonzales, ex alumno de dicho programa. En el evento participaron también personalidades ecuatorianas que tendrían luego un papel relevante durante el proceso de paz de 1995-1998.

El hecho es que el 19 de julio de 1997, el flamante Canciller Eduardo Ferrero Costa, quien había reemplazado al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores a Francisco Tudela Van Breugel-Douglas, ofreció a FdT la presidencia de la delegación peruana que desarrollaba las conversaciones con Ecuador sobre los temas fronterizos.

Al aceptar la sugestiva propuesta, FdT planteó al Canciller Ferrero que consideraba fundamental buscar «con sinceridad y plena voluntad política una solución imaginativa que fuera aceptable para ambas partes”, a fin de arribar a un acuerdo con Ecuador y que, sin ceder un centímetro del territorio, “restableciera la fraternidad que nunca debió haberse perdido”. Poco después le reiteró que su participación en el proceso apuntaría a lograr un acuerdo de paz definitivo y que, en ese sentido, haría todo lo posible para lograrlo, sin limitarse solamente a mantener conversaciones que no llegaran a una solución duradera.

Un elemento importante en la construcción de la posición peruana con relación a la controversia sobre la existencia de un divortium aquarum entre los ríos Zamora (Ecuador)y Santiago (Perú), que devino en un impasse demarcatorio, fue el diseño de una nueva línea jurídica de defensa. Al respecto, el Ecuador había planteado que dicho divortium aquarumno existía; que ello hacía inejecutable la parte correspondiente del Protocolo de Río de Janeiro y, consiguientemente, reiteraba su planteamiento de fijar la frontera en la ribera del Marañón-Amazonas. Sostenía lo anterior, partiendo de la hipótesis de que entre los ríos Zamora y Santiago se había descubierto en 1947, posteriormente a la negociación del citado Protocolo, la existencia del río Cenepa. La posición tradicional del Perú había sido que el Cenepa era ya conocido durante las negociaciones del Protocolo, por lo que si no se le había dado importancia entonces era simplemente porque, dada su menor dimensión y relevancia, no afectaba el divortium aquarum entre dos ríos mayores como el Zamora y el Santiago. La nueva línea diseñada por la Delegación Peruana fue que, si bien había otras pequeñas cuencas al interior de la zona en cuestión, eran el Zamora y el Santiago los dos grandes delimitadores de la zona misma.

La intención de FdT fue, en esta parte del proceso, encontrar la manera que permitiera a los ecuatorianos aceptar los argumentos del Perú y que la delegación peruana entendiera que los planteamientos de la delegación ecuatoriana no eran necesariamente los de un país que simplemente quería apoderarse por la fuerza de territorio peruano.

De otro lado, se esforzó en todo momento por buscar superar la desconfianza hacia la contraparte ecuatoriana y el eventual cansancio y desánimo que un proceso de negociación largo, complejo y sensible como el de las conversaciones con Ecuador generaba dentro de nuestras propias autoridades.

En la etapa final del proceso, cuando había sido ya emitido el parecer técnico-jurídico de los garantes que recogía plenamente la posición peruana respecto a la frontera común, FdT tuvo un rol importante en ayudar a entender al interior del gobierno peruano que las autoridades ecuatorianas no podrían simplemente aceptar esa realidad y lograr el respaldo de su país a un acuerdo de tales características si no recibían algún gesto o compensación simbólica, que permitiera dejar a Ecuador en una posición digna que hiciera aceptable tal acuerdo para los sectores políticos, militares y el pueblo ecuatoriano. Dichas compensaciones, tenía claro, no podían representar de ninguna manera modificaciones de la línea de frontera, que había quedado claramente reconocida por los Países Garantes.

En síntesis, de acuerdo a lo testimoniado oficiosamente por participantes directos del proceso de paz con Ecuador, los aportes diferenciales de FdT al mismo tuvieron que ver, principalmente, con:

  1. I) Su convicción clara, tenaz e indesmayable de que era posible alcanzar una paz duradera con el Ecuador; pese al escepticismo que existía en una buena parte de los participantes del proceso en uno y otro país. No perdió en ningún momento la perspectiva de que el objetivo de una paz definitiva era posible, como luego quedaría demostrado para bien de los dos países, y de la paz y la estabilidad de la región.
  1. II) El intenso, constante, proactivo y meditado trabajo desplegado por FdT a lo largo del proceso, que estuvo sustentado por la convicción antes referida y en el profundo compromiso personal asumido. Estas capacidades condujeron a que fuera obteniendo un papel cada vez más protagónico, hasta llegar a convertirse en el “orquestador» de las propuestas que permitieron alcanzar una solución final al proceso de paz. Como han señalado oficiosamente testigos de excepción de esa última fase, fue FdT quien planteó las respuestas que permitieron que todos los actores involucrados pudieran entrar por la misma estrecha abertura por la que se llegó a la meta que hoy todos celebramos.

III)   Su permanente preocupación por la especial sensibilidad que tenía la contraparte ecuatoriana respecto a lo que habían considerado históricamente su diferendo territorial con el Perú, eje de aquel objetivo nacional ecuatoriano de obtener una salida soberana al Amazonas. FdT tuvo la iniciativa y la capacidad de explorar tanto como presidente de la Delegación Peruana como, posteriormente, como Ministro de Relaciones Exteriores, alternativas que pudieran atender la sensibilidad que los pareceres jurídico-técnicos y las decisiones que iban adoptando los Países Garantes en la última parte del proceso, despertaban en la delegación ecuatoriana y en sus autoridades, así como la que podrían suscitar en la clase política, las Fuerzas Armadas y la opinión pública ecuatorianas, dado que aquellos resultaron favorables al Perú. Es así que a fin de evitar que se exacerbaran los ánimos en Ecuador y que se generara un ambiente adverso a la solución sugerida por los garantes, y se mantuviera a la postre una innecesaria controversia entre los dos países, FdT fue insistente en explicar a nivel interno que era necesario aceptar alguna suerte de compensación simbólica que, sin perder un centímetro del territorio que correspondía legítimamente al Perú, permitiera facilitarle a la contraparte ecuatoriana la aceptación de la solución que finalmente se pactara.

  1. IV) La ecuanimidad que supo mantener permanentemente a lo largo de todo el proceso de paz, incluso en los momentos de mayor tensión, que no excluyeron eventuales diferencias entre los propios miembros de las delegaciones y, sobre todo, presiones cruzadas entre las dos partes, desde los países garantes, los medios de comunicación, sectores políticos nacionales o las opiniones públicas de los dos países, e incluso desde las propias cancillerías, congresos nacionales y miembros del Gobierno.
  1. V) El oportuno y efectivo tendido de puentes que realizó durante todo el proceso, tanto con la contraparte ecuatoriana como con los representantes de los Países Garantes.

Para el propio FdT, los Acuerdos de Paz definitivos suscritos con el Ecuador fueron el resultado, no de la suerte o la improvisación, sino por el contrario, de un esfuerzo meticuloso “de objetivación racional de la situación”; que partió “de una consciencia clara de los valores y convicciones predominantes en nuestra época”, que “hicieron triunfar una visión optimista, positiva de las relaciones humanas, basada en la idea de que los hombres pueden entenderse racionalmente». Dichos Acuerdos simbolizan “la concepción que buscó armonizar e integrar todos los factores recurrentes y con peso determinante en el diagnóstico del problema. Su visión optimista y constructiva de las cosas la resume en los siguientes términos: “Esos acuerdos son el fin de un proceso difícil y el comienzo de una vida en común mucho más rica y llena de posibilidades».

En Brasilia, el Perú y el Ecuador aceptaron la culminación del proceso de demarcación fronteriza en el tramo de setenta y ocho kilómetros que estaba pendiente, de conformidad con la propuesta de los Países Garantes, formulada dentro del marco legal del Protocolo de Río de Janeiro de 1942, el fallo arbitral de Braz Dias de Aguiar (según la interpretación  peruana), sus instrumentos complementarios y los pareceres técnico-jurídicos de los Países Garantes entregados el 8 de mayo de 1998, todo lo cual fue aceptado por los Gobiernos del Perú y Ecuador, y ratificado luego por los Parlamentos de ambos países.

El 26 de octubre de 1998 se suscribieron los Acuerdos de Paz de Brasilia. La paz ha implicado una vuelta de página en la percepción que ambos países tenían del otro, permitiendo el desarrollo de la seguridad y confianza mutua.

A este proceso ha contribuido el Plan Binacional de Desarrollo de la Región Fronteriza Perú Ecuador, creado en los Acuerdos de 1998, el mismo que cumple un rol articulador del desarrollo de la Zona de Integración Fronteriza (ZIF). Asimismo, ha sido fundamental el desarrollo del diálogo al más alto nivel en el marco de los encuentros presidenciales y gabinetes binacionales de ministros, un mecanismo sin precedentes que se realiza cada año y que celebró en octubre pasado su VIII edición.

El Acta de Ejecución del Tratado de 1929 con Chile

Tras haberse suscrito los Acuerdos de Brasilia con el Ecuador el 26 de octubre de 1998, FdT consideró que había llegado el momento de afrontar también las secuelas de la Guerra del Pacífico y culminar las cuestiones pendientes del Tratado de Lima de 1929 y su Protocolo Complementario. Es decir, luego de resuelta la primera hipoteca limítrofe del Perú, había llegado el momento de procurar la pronta solución a la segunda.

Partiendo de su convicción de la necesidad de dejar atrás las cargas históricas con Ecuador y Chile provenientes de situaciones no resueltas del siglo XIX para ingresar libre de esa “mochila” al siglo XXI, a fin de enfrentar los desafíos contemporáneos de la globalización y la búsqueda del desarrollo de nuestros países, FdT decidió enfrentar una cuestión cuya solución tenía setenta años de espera y varias negociaciones que no llegaron a buen puerto y que contribuían a la frustración de los peruanos y en particular del pueblo tacneño. El Canciller FdT recibió la conformidad del Presidente de la República para explorar una posible solución a este muy delicado problema subsistente con Chile, remanente del Tratado de Lima de 1929.

Adicionalmente, tenía presente según su experiencia como Presidente de la Delegación Peruana en las Conversaciones con Ecuador, primero, y posteriormente como el Ministro de Relaciones Exteriores que terminó de cerrar las negociaciones y firmó los Acuerdos de Paz, la contribución relevante e imparcial, más allá del lamentable episodio de la venta de armas a Ecuador durante el conflicto del Cenepa, que Chile mantuvo durante el proceso de paz, en el que actuó en varias ocasiones como verdadero facilitador entre las delegaciones peruana y ecuatoriana.

Mientras en el caso del Ecuador FdT se había incorporado a un proceso ya en curso, cuyas reglas iniciales habían negociado y aprobado otros actores, aunque luego se convirtiera en uno de sus principales impulsores; el proceso que condujo a la firma del Acta de Ejecución de 1999 fue promovido desde el comienzo y dirigido permanentemente por FdT como Canciller, a través de la comisión designada específicamente para ello.

FdT tenía claro que se encontraba ante un tema complejo por su pesada carga emocional y política, que revestía una singular sensibilidad nacional y en particular entre los tacneños. Se trataba de resolver cuestiones derivadas de la dolorosa Guerra del Pacífico, que supuso para el Perú la pérdida definitiva de áreas vivas que habían sido históricamente parte de nuestro territorio como el Puerto de Iquique y, en conjunto, toda la Provincia de Tarapacá, cuna de peruanos ilustres como el ex Presidente Ramón Castilla.

Teniendo precisamente en cuenta dicha complejidad y la evidencia histórica del reiterado fracaso de los varios intentos promovidos por el Perú para que Chile concretara sus obligaciones pendientes del Tratado de 1929, así como la frustración general que los mismos motivaban y que había acentuado todavía más los resentimientos en el Perú producidos por la guerra, la ocupación, las indemnizaciones y los continuos incumplimientos de Chile, FdT decidió enfrentar esta negociación bajo nuevas pautas.

Como había procedido en el caso del proceso de paz con Ecuador, tomando en cuenta su experiencia negociadora como abogado en los campos civil y comercial, el propósito del Canciller De Trazegnies era negociar de manera amistosa con Chile, dejando de lado las posturas emotivas que tendían a obstaculizar las negociaciones, centrándose, en cambio, en fortalecer los lazos bilaterales a fin de poder aprovechar mejor el potencial que estos tenían en favor del desarrollo económico y social de los dos países.

FdT buscó una aproximación personal e informal, sin agenda ni delegaciones ni actas, con el entonces canciller chileno (hoy Secretario General de la OEA), José Miguel Insulza, aprovechando algún momento dentro de las nutridas agendas de la Cumbre APEC de Kuala Lumpur celebrada en noviembre de 1998, la primera en la que participara el Perú como miembro pleno de ese organismo. Al haber arribado poco antes que el Presidente de la República a dicha cita, como se acostumbra en estos eventos, FdT planteó de manera directa al Canciller Insulza un encuentro informal. Pese a una inicial desconfianza, seguida del intento de cancelar cualquier conversación sobre este tema por parte de Insulza, FdT logró convencer a su homólogo chileno de la conveniencia de abordar el tema en esta oportunidad y en las condiciones antes mencionadas, a fin de explorar conjuntamente la posibilidad de avanzar hacia un proceso de conversaciones formales, que permitieran resolver los temas pendientes, propiciar una relación bilateral constructiva, un mayor intercambio mutuamente satisfactorio y un escenario de futuro, vistos los desafíos de los tiempos presentes. De alguna manera, le planteó la oportunidad histórica de permitir a la relación peruano-chilena el tipo de salto cualitativo hacia adelante que habían supuesto los Acuerdos de Brasilia del mismo año para la vinculación peruano-ecuatoriana.

Tal como había planteado a su homólogo chileno en Malasia, FdT designó a la comisión peruana que estuvo a cargo de las negociaciones con su contraparte chilena, bajo su supervisión personal y la del experimentado Embajador Jorge Valdez, Vicecanciller y persona de su plena confianza. Es así que el Canciller FdT nombró a la delegación peruana que tuve el honor de presidir en mi condición de Director Nacional de Soberanía y Desarrollo Fronterizo, y que estuvo integrada por destacados funcionarios y asesores jurídicos del Ministerio de Relaciones Exteriores que compartían la visión constructiva del Canciller Trazegnies. Por su parte, el Canciller Insulza encargó a la Directora Nacional de Fronteras y Límites del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, Embajadora María Teresa Infante, presidir la delegación de su país, la misma que al igual que la delegación peruana estuvo integrada por experimentados diplomáticos, juristas, miembros de la Marina de Guerra, expertos en asuntos portuarios y en diversas disciplinas relacionadas con la temática que sería materia de la negociación.

La modalidad escogida para las negociaciones fue la celebración de reuniones periódicas que se llevaron a cabo de manera reservada. Las delegaciones encargadas de las negociaciones no fueron formalmente nombradas, a fin de no dar una cobertura dramática al marco de las «conversaciones». Estas tuvieron lugar durante casi un año, durante doce sesiones formales realizadas entre ambas capitales y, ocasionalmente, en un tercer país, aprovechando la realización de eventos internacionales a fin de que pudieran participar también directamente los dos cancilleres. Si bien las negociaciones progresaron de manera pausada pero sostenida, bajo la atenta supervisión de los cancilleres y del Embajador Jorge Valdez en el caso peruano, a lo largo del proceso se presentaron algunos inconvenientes y puntos álgidos que estuvieron a punto de hacer naufragar el proceso. En estas ocasiones difíciles fue fundamental la intervención directa de los cancilleres para desentrampar las conversaciones y seguir adelante con ellas. Las últimas semanas de las negociaciones fueron de mucha tensión, pues las delegaciones fueron formalizadas mediante las respectivas Resoluciones Supremas, y sintieron con inusitada fuerza la presión de la opinión pública y de la prensa por conocer los detalles de las conversaciones en curso. El Canciller FdT hizo demostración de su excepcional temple, basado en sus profundos conocimientos jurídicos, lo que le permitía analizar con minuciosidad cada detalle de las negociaciones e imprimir su personal criterio jurídico en las directivas que daba casi diariamente al jefe de la delegación peruana.

El Acta de Ejecución de 1999 representó para el Perú y para el Canciller la solución definitiva a los asuntos pendientes del Tratado de 1929 y su Protocolo Complementario, tal como lo hizo explícito FdT en los discursos que pronunció en la solemne y muy emotiva ceremonia celebrada en la cima del morro de Arica en febrero de 2000, al momento de la entrega formal por parte de Chile de los establecimientos y zonas para el servicio del Perú en el puerto de Arica.

En la actualidad, los establecimientos y zonas al servicio del Perú en el puerto de Arica se encuentran bajo la administración de la Empresa Nacional de Puertos del Perú (ENAPU), que cumple sin tropiezo alguno las funciones establecidas en los documentos suscritos en el Acta de Ejecución, en el marco de las obligaciones y servidumbres que se desprenden del Tratado de Lima y su Protocolo Complementario de 1929, prestando servicios regulares de transporte de pasajeros y de carga desde Tacna a Arica y desde Arica a Tacna. Es más, la relación entre la autoridad chilena del Puerto de Arica y la autoridad de ENAPU-Perú en las citadas zonas y establecimientos al servicio del Perú en el puerto Arica es de pleno respeto a sus respectivas jurisdicciones y competencias, así como de entendimiento y colaboración para el cumplimiento de las funciones que les son inherentes.

La delimitación de la frontera marítima

Concluido con éxito este nuevo proceso, FdT se propuso abordar con Chile un nuevo tema pendiente: La delimitación de la frontera marítima. Este fue el encargo que recibió del Presidente de la República, a pedido del propio Canciller, y la razón fundamental de su permanencia en el cargo a partir del 28 de julio de 2000. Este asunto de carácter limítrofe no estaba en forma alguna vinculado al tratado de 1929 y su Protocolo Complementario, pero resultaba igualmente un tema de delicado tratamiento. La delimitación de la frontera marítima constituía el último tema limítrofe a resolver para el Perú con sus países vecinos.

Para afrontar este nuevo desafío, FdT consideró que era necesario que el Perú ratificase la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Entendía que la incorporación formal del Perú al citado instrumento multilateral ofrecería a nuestro país todas las armas jurídicas para empezar a conversar con Chile de este tema que resultaba claramente espinoso, complejo en sus alcances jurídicos y eventuales consecuencias políticas. FdT se planteaba que una vez estuviese en vigor la Convención del Mar para el Perú, presentaría a Chile la propuesta de llevar a cabo conversaciones bilaterales con el fin de encontrar una solución al problema jurídico de la falta de delimitación de nuestra frontera marítima. Tenía fe en que, tal como se había logrado con Ecuador y el propio Chile, era posible también en este caso resolver problemas complejos y sensibles que tenían décadas de venir generando dificultades sin poder alcanzarse soluciones, mediante el uso de las mismas armas de la negociación directa y franca, en base al Derecho Internacional y con la visión de una solución definitiva. Estaba seguro de que podía lograrse un nuevo acuerdo con Chile, esta vez en materia de delimitación de la frontera marítima, sin tener que acudir a instancias internacionales para ello, como se tendría finalmente que hacer en la década siguiente, a través del proceso que concluyera con el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya catorce años después, en enero de 2014.

Durante el primer semestre del año 2000, FdT llegó a avanzar gestiones informales tanto a nivel interno como con Ecuador, el otro país vecino con el cual no existía aún un acuerdo de delimitación marítima. A nivel interno, se sostuvo reuniones con la Marina de Guerra a fin de sondear su receptividad frente a la propuesta de solución que él había elaborado para la falta de delimitación marítima con Chile. Luego siguió con el ex Canciller y entonces Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, Francisco Tudela. Asimismo, explicó detalladamente el tema al Canciller de Ecuador, Benjamín Ortiz, aclarándole que el tema de delimitación marítima con Chile no involucraba de modo alguno nuestra frontera marítima con Ecuador, debido a que esta última incluía islas, por lo cual, a diferencia del caso con Chile, sí se aplicaba plenamente el criterio del paralelo geográfico establecido por la Convención del Mar de las NN. UU.

De esta manera, antes de concluir su1 gestión al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores, FdT delineó el camino que retomaría con éxito en los años posteriores la diplomacia peruana con respecto a la delimitación marítima con Ecuador, sellada finalmente a través del Acuerdo por Intercambio de Notas sobre Límites Marítimos del año 2011. Aunque en el caso de Chile el proceso de la delimitación marítima tomó un rumbo distinto, la iniciativa y las gestiones de FdT constituyeron un importante precedente y aporte para la solución definitiva del tema, la misma que abriría a su vez una nueva etapa en la historia diplomática del Perú.

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