Fundación Academia Diplomática del Perú

65 años de la ONU en la República Democrática del Congo: conflictos y la lucha por los recursos

La República Democrática del Congo (RDC) ha sido escenario de una de las presencias más prolongadas de la ONU en su historia, con 65 años de operaciones en el país. Desde su independencia en 1960, el territorio congoleño ha estado marcado por conflictos internos, inestabilidad política, intervenciones de potencias regionales y una intensa lucha por el control de sus abundantes recursos naturales. A través de tres misiones de paz, las Naciones Unidas han intentado restaurar la seguridad, aunque los desafíos continúan y la violencia sigue afectando a millones de personas.

Un conflicto que comenzó con la independencia

Cuando el Congo obtuvo su independencia de Bélgica el 30 de junio de 1960, el país se sumió rápidamente en una crisis política y militar. Dos provincias clave, Katanga y Kasai del Sur, ricas en minerales, intentaron separarse con el respaldo de Bélgica y actores extranjeros interesados en mantener el control sobre los recursos naturales del país. La situación se agravó con el asesinato del primer ministro Patrice Lumumba en 1961, lo que llevó a la ONU a intervenir con la Operación de las Naciones Unidas en el Congo (ONUC).

Esta fue la primera gran misión de mantenimiento de la paz de la ONU y llegó a contar con 20.000 efectivos, cuyo principal objetivo fue ayudar a mantener la unidad del país y asegurar la retirada de las tropas belgas. La ONU logró sofocar la secesión de Katanga en 1963, antes de retirarse en 1964.

Las guerras del Congo y la intervención de la ONU

Después de la dictadura de más de 30 años de Mobutu Sese Seko, la RDC —entonces llamada Zaire— entró en un ciclo de guerras devastadoras. La primera (1996-1997) y la segunda (1998-2003) guerras del Congo involucraron a múltiples actores, incluidos Ruanda, Uganda, Burundi, Angola y Zimbabue, que participaron en el conflicto por motivos geopolíticos y económicos.

Ruanda justificó su intervención en 1996 alegando la necesidad de eliminar a las milicias hutus responsables del genocidio de 1994, que se habían refugiado en la región de Kivu. Sin embargo, la lucha por el control de los recursos estratégicos del Congo también desempeñó un papel clave en la prolongación del conflicto.

En 1999, tras la firma del Acuerdo de Alto el Fuego de Lusaka, la ONU estableció la Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUC) para supervisar la implementación del acuerdo y facilitar el proceso de paz. A pesar del fin oficial de la guerra en 2003, la violencia en la región nunca cesó completamente.

MONUSCO: un intento de estabilización

En 2010, la MONUC se convirtió en la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la RDC (MONUSCO), con un mandato más amplio centrado en la protección de civiles y el fortalecimiento de las instituciones del país.

Sin embargo, la RDC sigue siendo un foco de inestabilidad debido a la presencia de numerosos grupos armados, en particular el M23 (Movimiento 23 de Marzo), que defiende los intereses de los tutsis congoleños y recibe apoyo de Ruanda, así como las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF), un grupo islamista vinculado al terrorismo.

A pesar de los esfuerzos de la ONU, la violencia en las provincias orientales de Kivu del Norte, Kivu del Sur e Ituri ha seguido escalando. En 2024, a petición del gobierno congoleño, la MONUSCO retiró sus tropas de Kivu del Sur, pero aún mantiene presencia en otras regiones críticas.

Recursos naturales: el motor del conflicto

La República Democrática del Congo es un país con una riqueza mineral excepcional. Sus territorios contienen vastas reservas de oro, diamantes, cobre y estaño, además de minerales estratégicos como el coltán, crucial para la industria tecnológica, y el cobalto, indispensable en la producción de baterías recargables.

Este abundante recurso ha convertido al país en un epicentro de disputas internacionales y ha alimentado la violencia interna. Se acusa a grupos armados como el M23 de financiarse mediante la explotación ilegal de estos recursos, con la complicidad de empresas multinacionales y gobiernos vecinos.

La ONU ha implementado diversas iniciativas para frenar este comercio ilícito, como sanciones contra empresas involucradas y un embargo de armas en la región. Sin embargo, el tráfico de minerales sigue siendo una de las principales fuentes de financiamiento para los actores armados en la RDC, lo que dificulta la estabilización del país.

Un futuro incierto

Después de más de seis décadas de presencia, la ONU sigue desempeñando un papel clave en el Congo, aunque su efectividad ha sido cuestionada por sectores que consideran que las misiones de paz no han logrado frenar la violencia ni resolver la crisis política y económica del país.

A medida que el gobierno congoleño busca recuperar el control total de su territorio, la viabilidad de la MONUSCO y el futuro del papel de la ONU en la RDC siguen siendo inciertos. Lo que es claro es que, mientras persistan los conflictos, la injerencia extranjera y la explotación de recursos, la paz definitiva en el país seguirá siendo un objetivo difícil de alcanzar.

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