Durante una gira diplomática por Medio Oriente, el expresidente Donald Trump sorprendió al anunciar el fin de las sanciones económicas de Estados Unidos contra Siria, medidas que estaban vigentes desde 1979. La declaración se realizó en el marco de un evento oficial en una nación del Golfo, donde Trump señaló que la decisión busca “abrir una nueva etapa en las relaciones” con el país árabe.
Las sanciones, instauradas hace más de 45 años por vínculos de Siria con el terrorismo y por su alineación con enemigos geopolíticos de EE. UU., han sido ampliadas y reforzadas a lo largo del tiempo, especialmente durante la guerra civil siria. Sin embargo, Trump justificó el levantamiento indicando que “ya es hora de mirar hacia adelante, no hacia atrás” y de “dar una oportunidad a la reconstrucción y estabilidad regional”.
Analistas internacionales han reaccionado con escepticismo y cautela. Mientras algunos interpretan el anuncio como una jugada para reposicionar a EE. UU. en Medio Oriente ante el avance de potencias como Rusia e Irán, otros advierten que podría legitimarse a un régimen acusado de violaciones sistemáticas a los derechos humanos.
El gobierno sirio, por su parte, celebró la medida como una victoria política, afirmando que representa “el reconocimiento del fracaso de la política de presión” contra Damasco. No obstante, portavoces del Departamento de Estado no han confirmado aún si la medida se ejecutará de inmediato ni bajo qué condiciones específicas.